miércoles, 6 de octubre de 2010
miércoles, 29 de septiembre de 2010
martes, 21 de septiembre de 2010
lunes, 13 de septiembre de 2010
sábado, 4 de septiembre de 2010
miércoles, 18 de agosto de 2010
martes, 10 de agosto de 2010
domingo, 1 de agosto de 2010
El Origen de los dinosaurios

Como todos sabemos desde pequeños, los dinosaurios son unos reptiles que evolucionaron desde un animal más antiguo y éste de un animal más antiguo, pero hoy quiero que profundicemos en el origen de los dinosaurios. Para ello, tendremos que remontarnos al período Pérmico, hace unos 270 millones de años.
Pues sí, todavía faltan 40 millones de años para ver al primer dinosaurio, pero ya por estos tiempos se pueden apreciar las raíces a partir de las cuales florecieron los lagartos terribles. A mediados del Pérmico es precisamente cuando el linaje de los reptiles diápsidos se comienza a separar en dos ramas, lepidosaurios y arcosaurios. Los arcosaurios son los primeros en diferenciarse, y aunque al principio el grupo tan sólo lo formaban pequeños tecodontos (grupo polifilético cuyo uso está disminuyendo), más adelante el grupo se convertiría en uno de los más exitosos de la historia.
Los arcosaurios se distinguían de sus predecesores gracias a ciertas novedades evolutivas (rasgos distintivos de cada clado que lo sitúan en un árbol filogenético). La principal es el paso a una postura semierguida, que en los primeros tecodontos se podía alternar con la postura clásica de lagarto con las patas extendidas. El precio de esta forma alterna de desplazarse se daba en los tobillos de los tecodontos, donde se debió sustituir la articulación con el pie a base de huesecillos a una más consistente y menos “flexible” para aguantar mejor el peso cuando el animal estuviera erguido.
En el cráneo, además de las dos fenestras características de los diápsidos, se abrían una fenestra anteorbital (delante del ojo) y una fenestra mandibular, cuyo fin sería aligerar el cráneo y proporcionar espacio para la inserción de músculos. De hecho, el uso de fenestras en los dinosaurios llegó a ser exagerado en algunos casos, con más superficie hueca que ósea. Por último, las mandíbulas desarrollaron dientes curvados y aserrados, típicos de una dieta carnívora para sustituir la dieta insectívora de los reptiles diápsidos del Carbonífero. Todo esto, sumado al aumento de tamaño permitido por la postura erguida, convirtió a estos arcosaurios en dignos depredadores.
Todos estos rasgos estarían completamente desarrollados con los tecodontos más cercanos a los dinosaurios, como es el caso de Euparkeria, pequeño tecodonto sudafricano. Lo que realmente pudo suceder en el Pérmico medio y tardío sería una divergencia evolutiva entre los tecodontos, en la que mientras unos desarrollaban los rasgos anteriormente dichos, otros tomaban un modo de vida anfibio parecido al de los cocodrilos, y tomaban caminos evolutivos que les llevarían a formar el grupo Crocodilomorpha. Estos tecodontos eran los proterosúquidos, cuyo principal representante es Proterosuchus (imagen inferior).
Una vez visto todo esto, vamos a centrarnos en el entorno de Euparkeria y sus contemporáneos. En el Triásico superior ya se habían extinguido numeros0s grupos de todo tipo, como los gorgonópsidos o los pelicosaurios, que abundaban en el Pérmico, por lo que nuevas faunas van llenando ese vacío ecológico. Cinodontos, dicinodontos y rincosaurios son algunos de los animales que conviven con los tecodontos. Los rincosaurios fueron unos primitivos arcosaurios herbívoros que, si bien estuvieron muy extendidos durante el Triásico, fue el único período en el que vivieron. Estos pequeños herbívoros con forma de cerdo, fueron posiblemente presas comunes de los primeros dinosaurios.
En esta época los tecodontos llegaron a una posición dominante en tierra, y pronto algunos de ellos evolucionarían lo suficiente como para ser considerados dinosaurios. El Lagosuchus fue un pequeño reptil (probablemente el más cercano a los dinosaurios) de Argentina, con forma de lagartija, que terminó de adoptar una posición erguida y bípeda.
Definitivamente, en el comienzo del Triásico tardío, aparecieron dinosaurios en distintas partes del mundo, como Argentina, EEUU, Alemania, Madagascar o Brasil, entre hace 230-215 millones de años. Concretamente son Eoraptor, Herrerasaurus y Staurikosaurus los fósiles que tienen más antiguedad, por lo que podemos afirmar que el grupo se originó en Sudamérica, extendiéndose a gran velocidad por Sudáfrica (en el Triásico aún no existía el Atlántico), Norteamérica y lo que hoy es Europa.
Características del tobillo y de la cadera de los dinosaurios eran sus principales novedades evolutivas. Al haber adoptado una posición totalmente erguida, el tobillo tenía que aguantar aún más peso que con sus ancestros semierguidos, por lo que la configuración de las articulaciones volvió a cambiar. Se sustituyó el antiguo sistema por el tobillo MA (Mesotarsiano Avanzado) en el que el astrágalo se hace mucho mayor que el calcáneo (ambos huesos del tobillo) y forman la única articulación entre la tibia y el pie, realizando un simple sistema de bisagra y renunciando a la gran movilidad del tobillo que proporcionaba el anterior sistema.
En la cadera tuvieron lugar una serie de cambios provocados por el aumento de tamaño y la posición erecta. En primer lugar, los tres huesos coxales (ilion, isquion y pubis) se abrieron en tres direcciones distintas hasta dejar un hueco entre ellos llamado acetábulo, que sirvió de anclaje donde insertar la cabeza del fémur en la posición erguida. La expansión del ilion y la presencia de tres o más vértebras en la región sacra también modificaron la cadera, pero un grupo de dinosaurios fue más allá. Se trata de los ornitisquios, quienes al contrario que los saurisquios “desplazaron” el pubis hacia atrás hasta dejarlo alineado con el isquion. Este repentino cambio ya había comenzado a principios del Jurásico con los primeros ornitisquios (como Lesothosaurus), y hay dos explicaciones que pueden justificarlo.
La más conocida es la hipótesis del aumento del intestino en los dinosaurios herbívoros (recordamos que esta es la dieta de todos los ornitisquios), que para ganar espacio acabó por echar el pubis hacia atrás todo lo posible y así ganar espacio. Los saurópodos, aunque también eran herbívoros, renunciaron a modificar la cadera y se limitaron a agrandar su cuerpo, albergando un intestino enorme.
Otra hipótesis, propuesta por el doctor Alan Charig (1927-1997), es igualmente válida. Esta se basa en que al acercarse el pubis y el isquion en la cadera de todos los dinosaurios y adoptarse la posición erguida, el fémur y el pubis llegaron a estar muy cerca. Los reptiles mueven sus patas hacia delante con el músculo 1 (¿sabe alguien como se llama?) del esquema inferior, y hacia atrás con el músculo caudi-femoralis (que va del fémur a la base de la cola). Como se puede apreciar en la ilustración, el músculo 1 se quedaba sin espacio para maniobrar al aproximarse tanto el fémur y el pubis, con lo que los ornitisquios recurrieron a la solución de desplazar el pubis hacia atrás y anclar este músculo en la parte anterior del ilion, o en una apófisis del pubis que desarrollaron algunos ornitisquios.
Los saurópodos no le darían solución a este problema, y se limitaron a moverse lentamente, y los terópodos levantaron el cuerpo y el pubis gracias a su posición bípeda, con lo que el músculo 1 ganaba el espacio necesario.
Y fue entonces, cuando con los rasgos antes citados los dinosaurios se fueron diversificando más y más, adoptando características cada vez más extrañas y distintivas, hasta el extremo de que mientras unos emprendían el vuelo, otros desarrollaban armaduras o sobrepasaban las 30 e incluso las 40 toneladas de peso.
Bibliografía:
Spencer G. Lucas (2007): Dinosaurios “un libro de texto”. Barcelona, Ediciones Omega.
David Norman (2003): Atlas ilustrado de los Dinosaurios. Madrid, Susaeta Ediciones.
lunes, 19 de julio de 2010
Altispinax

En cuanto al rasgo principal de este animal, su “vela”, tampoco se sabe mucho sobre ella; se cree que la debió utilizar para asustar a sus rivales, función distinta a la que desempeñaba la vela del Spinosaurus, que regulaba la temperatura del animal. Evidentemente se ha advertido el parecido entre el Spinosaurus y el Altispinax, pero los científicos, tras examinar los huesos de ambos dinosaurios, han decretado que no están emparentados.

Hoy día, Altispinax es considerado un nomen dubium de clasificación incierta.
domingo, 11 de julio de 2010
El ojo de Darwin
lunes, 28 de junio de 2010
Herrerasaurus

El Herrerasaurus sería en su época como el Tyrannosaurus en el cretácico, un gran depredador que no solo destaca por su tamaño, sino por otras características que los convertían en una máquina de matar. Como los demás terópodos, tenía unos huesos en las extremidades largos y huecos, y la cola le proporcionaba mucho equilibrio (además esta estaba formada por vértebras encajadas entre sí, lo que la hacía muy rígida). Sus manos tenían tres dedos que terminaban en una buena garra curva, y su mandíbula disponía de un mecanismo perfecto para sujetar a su presa una vez que le hincara el diente.

Al parecer, la presa favorita del Herrerasaurus pudieron ser los rincosaurios, unos reptiles herbívoros del período triásico bastante parecidos a los cerdos, pero un poco más grandes. Esta teoría se prueba debido a que se han encontrado esqueletos de rincosaurios en la caja torácica de un Herrerasaurus. También se han encontrado marcas de mordiscos de Herrerasaurus en el cráneo de otros miembros de su misma especie. Este ataque se pudo deber a la pelea por la comida, por una hembra, o al igual que en el caso del Coelophysis, al canibalismo.
sábado, 12 de junio de 2010
Corythosaurus

El Corythosaurus tenía al, final de su hocico un pico que usaba para arrancar las hojas de los árboles. Gracias a que los científicos han analizado el interior del estómago fosilizado de uno de estos animales, hoy sabemos que el Corythosaurus se alimentaba de vegetación semejante a los pinos y los abetos actuales.
Si bien la cresta del Lambeosaurus no está tan estudiada, la cresta del Corythosaurus era muy útil. Para empezar, podía haber diferencia entre las crestas de los macho y de las hembras, lo que ayudaría a estos animales a reconocer a un compañero a cierta distancia, aunque la función de mayor utilidad no es esta. Se han descubierto unos tubos huecos en el interior del cráneo de este dinosaurio que conectan la cresta con su nariz. Los científicos han analizado esta conexión y han sugerido que, gracias a su cresta, el Corythosaurus producía un sonido, parecido al de una trompeta, que ningún otro dinosaurio podía emitir, lo que le podía haber ayudado para pedir auxilio, llamar a sus crías, o encontrar una pareja.

Aunque no estuviera blindado aparentemente, el Corythosaurus disponía de una sorpresa para los carnívoros que le quisieran echar el diente. Aunque es un fenómeno muy raro, se han encontrado junto al esqueleto de este ornitópodo placas de piel fosilizada, lo que nos indica como debía de estar recubierto este animal. Las placas tenían diferentes formas (ovaladas, circulares…), y desde luego eran bastante duras. Este recubrimiento de plaquitas óseas no le habría servido de nada antes la potente mandíbula de un terópodo gigante como el Tyrannosaurus, pero le habría salvado del ataque de otros reptiles carnívoros más pequeños, que no podrían haber traspasado su dura piel.
sábado, 5 de junio de 2010
Cómo distinguir...
En 1997 aparece el nombre de Araucanoraptor argentinus sobre unos restos estudiados por el paleontólogo argentino Fernando Novas, quien al principio afirmaba que era un trodóntido. En el 2005 se volvió a analizar el espécimen conocido como Araucanoraptor, y tras comprobar que se trataba de un dromeosáurido, se le cambió el nombre a Neuquenraptor argentinus, y se le considera el holotipo de este género. Así, el nombre de Araucanoraptor argentinus quedó inválido. Como habrán podido deducir, el ejemplar no era precisamente un esquelto completo, para ser exactos no es más que un pie fósil lo que nos queda hoy día del Neuquenraptor.

Diferenciarlo de Unenlagia resulta muy arriesgado, aunque no tanto como considerarlos el mismo género. Con esto quiero decir, que si bien de Neuquenraptor nada más que tenemos un pie, de Unenlagia tenemos apenas unos restos fragmentarios que incluyen huesos coxales, costillas, un fémur y poco más (imagen inferior). Los únicos huesecillos que coinciden en ambos dinosaurios son dos falanges del pie de Unenlagia que se pueden comparar con el pie completo de Neuquenraptor. Las falanges de Unenlagia pertenecen al primer dígito y son de distinto tamaño, siendo la falange 1 mayor que la falange 2, mientras que en el pie de Neuquenraptor ambas falanges son del mismo tamaño. Esta pequeña diferencia entre ambos fósiles es casi insignificante, pero suficiente como para que nos resulte imposible adjudicar el pie de Neuquenraptor a los restos de Unenlagia o viceversa.
También nos podemos basar en que Unenlagia es más basal que Neuquenraptor, y más similar a las aves, pero cualquier suposición hecha sobre un pie y un esqueleto de individuos distintos resulta demasiado arriesgada. Por ello nos basamos en la única diferencia de la que podemos disponer, por muy pequeña que sea, para proponer que al menos por ahora ambos géneros no son el mismo. Claro está que todos esperamos que en los próximos años podamos aclarar nuestras ideas con nuevos restos de ambnos géneros. Hasta entonces, sólo nos queda especular.
miércoles, 2 de junio de 2010
Ornithocheirus

El Ornithocheirus imponía mucho por su tamaño, pero no tenía un vuelo muy fácil, ya que era algo torpe en el aire y no le resultaba fácil emprender el vuelo. Las alas de este animal son finas membranas de piel que no se pueden mojar y que se extienden desde los dedos de sus extremidades anteriores, hasta el final de sus extremidades posteriores, y para volar dependía enteramente de que hubiese corrientes de viento en el aire, es decir, que si llovía, o no hacía suficiente viento, este pterosaurio no podía emprender el vuelo (hay que tener en cuenta que a pesar de que sus huesos eran huecos y ligeros pesaba 70kg). El tener las extremidades unidas por las membranas también dificultaba el movimiento del Ornithocheirus en tierra, donde se mostraba muy torpe y apenas podía caminar o moverse.

En cuanto a su cráneo, era ligero y disponía de muchos dientes que sobresalían por el exterior de su pico ideales para cazar peces, una de las principales piezas en la dieta de este gigante. Al final de su pico, disponía de una imponente cresta que posiblemente mostrara colores brillantes para luchar por el apareamiento. En un capítulo de Caminando entre Dinosaurios que puedes ver en el blog se narra el viaje de un gran Ornithocheirus.
sábado, 29 de mayo de 2010
Cómo distinguir...
Ambos dinosaurios fueron descritos por O.C. Marsh en 1877, durante la Guerra de los Huesos. El Diplodocus fue relativamente afortunado al llevarse su descripción con relativo cuidado, no como en el caso del Apatosaurus. Al pobre bicho, que no pudo elegir su nombre, le hemos llamado Brontosaurus, Diplodocus, Elosaurus, Atlantosaurus y le hemos colocado el cráneo y los pies del Camarasaurus, aunque gracias a Dios todas estas dudas se aclararon con el hallazgo de dos esqueletos de Apatosaurus en Utah. Hoy, ya que disponemos de varios esqueletos de Diplodocus y varios de Apatosaurus (a veces con cráneo incluido) podemos pararnos a analizar sus diferencias más significativas.
Lógicamente, estos dos dinosaurios no se pueden distinguir a simple vista con una paleoilustración, por muy bien hecha que esté, así que nos vamos a fijar en el esqueleto de cada género. La principal diferencia entre ambos es la robustez, ambos son diplodócidos pero el esqueleto del Apatosaurus es mucho más robusto, y esto hace que, teniendo la misma longitud, un Diplodocus pese unas 15 toneladas y un Apatosaurus al menos 25 toneladas. Fijándonos en las vértebras cervicales podemos diferenciar muy bien esa robustez. Nótese en las imágenes como la vértebra de Apatosaurus no solo es más masiva a primera vista, sino que también tiene unos chevrones mucho más gruesos y distintivos. La vértebra superior (vista lateral) es de Diplodocus, y la inferior (vista frontal y lateral) de Apatosaurus.
Fijándonos en los pies de ambos dinosaurios, tenemos otra pequeña diferencia. Según un ejemplar de Diplodocus carnegiei, sabemos con certeza que el género tenía cinco dedos en el pie, pero tan sólo los dos primeros disponían de garras. En Apatosaurus, en cambio, las garras están presentes en los tres primeros dedos.
En cuanto al número de vértebras, es casi similaren ambos géneros pues poseen el mismo número de vértebras cervicales, dorsales y sacras, pero mientras Diplodocus tiene unas 73 vértebras caudales, Apatosaurus tiene 82. Aquí encontramos otro rasgo distintivo, pues Diplodocus significa "doble viga" en honor a la curiosa forma de los chevrones de las vértebras caudales, siendo este un rasgo que se da también en Cetiosaurus y Apatosaurus, pero en mucha menor medida. En la foto, la cola del Diplodocus carnegiei de Londres.
Y ahora os toca a vosotros, ¿conocéis más diferencias entre estos géneros? ¿qué os parece esta nueva sección?
domingo, 23 de mayo de 2010
Incisivosaurus

Los rasgos únicos del Incisivosaurus se encontraban en su cráneo, en el cuál había un gran hocico que ocupaba gran parte de la longitud del cráneo, varias menestras para aligerar peso, y tenía unos incisivos muy desarrollados en el hocico que son los que le dan su nombre, los cuales debieron de moler muy bien cualquier tipo de vegetación y se observan muy bien en ambas imágenes (la de arriba y la de abajo). Choca bastante encontrar un terópodo herbívoro, aunque no está del todo asegurado que este animal fuese carnívoro, herbívoro, y tal vez omnívoro.

La última incógnita del Incisivosaurus es una que comparte con el Oviraptor, ¿tenía plumas este dinosaurio? La mayoría de los expertos opinan que sí, aunque tampoco es algo que esté del todo claro. En caso de que las tuviera, se cree que no pudo volar con ellas, y las usaba para la exhibición o para asustar a otros animales no muy grandes. Por lo demás era bastante similar al
Oviraptor, pero más pequeño. En cuanto a apariciones cinematográficas, podemos ver una preciosa reconstrucción del Incisivosaurus en el tercer capítulo de Parque Prehistórico, que puedes ver en el blog.
lunes, 17 de mayo de 2010
Un Tesoro en Alcobendas (III)
Comencemos con un "pez gordo", ni más ni menos que el Velociraptor, el segundo dinosaurio más conocido y amado por el público, cuya popularidad está injustamente debida a la saga Parque Jurásico, en la que se aumenta tres veces a este pobre animalito. La preciosa pieza que podemos apreciar aquí es ni más ni menos que un cráneo completo y excepcionalmente conservado. Un fósil único en el que apreciamos sólo algunas de sus armas ofensivas, como sus dientes curvados o su gran cuenca ocular, que le permitía una aguda visión. No habría estado mal que estuviese con una reproducción de su esquelto, pero sólo su cráneo es suficiente para que este terópodo nos haga temblar con su medio metro de altura.

Al otro lado de la misma vitrina, nos encontramos con otro cráneo, también muy pequeño, que en principio puede ser confundido con el de un anquilosaurio (al menos a mi me pasó xD). Pero no, se trata de un de los pocos restos que existen de la familia Homalocephalidae, un clado muy poco conocido de paquicefalosaurios con un rasgo muy importante. Estos paquicefalosaurios son fáciles de distinguir porque al contrario que los paquicefalosáuridos, los homalocefálidos no tienen una bóveda sobre el cráneo, sino que tienen desde el hocico hasta la coronilla una frente completamente plana y uniforme, que le da una forma triangular al cráneo.
El dinosaurio en cuestión se llama Goyocephale, y es, después del Homalocephale, uno de los homalocefálidos mejor conocidos. Su excepcional cráneo nos permite especular sobre los posibles choques que tal vez diesen los pequeños paquicefalosaurios con sus cabezas.

Un poquito más adelante nos topamos con un ejemplar de Protoceratops completo, bien conservado y articulado, el sueño de todo paleontólogo. El individuo en cuestión es un adulto, y su posible muerte no solo la podemos apreciar en el fósil, sino que junto a él hay una gran pantalla que nos explica, con unas animaciones estilo "Caminando entre Dinosaurios", la posible muerte y fosilización del dinosaurio en cuestión. Este pequeño ceratopsio, del que ya hemos hablado en la segunda parte, tiene desarrollado un pico verdaderamente imponente, y posiblemente se encuentra en la misma línea evolutiva que los conocidos ceratópsidos norteamericanos (Triceratops, Pentaceratops, Centrosaurus...), ya que es muy posible que algunos Protoceratops atravesaran el estrecho de Bering cuando este aún unía Asia y América.

A continuación, dos muy muy pequeños pero valiosos tesoros. Dos minúsculas crías de ornitisquios muy curiosas. En la primera foto, el esqueleto está casi completo y muy bien conservado, y es esta diminuta cría de (¿días?) ya se puede observar con claridad la pelvis de ornitisquio y el conducto respiratorio característico de los hadrosáuridos, además de las baterías dentales. Tal vez alguna de estas crías aún no había salido del huevo cuando se fosilizó.


Ahora volvemos con la estrella de la exposición, el Tarbosaurus, dinosaurio del que podemos observar un cráneo en perfecto estado, unos dientes fosilizados de gran tamaño y lo mejor, otro esqueleto completo montado en posición de caza, lo que lo hace aún más espectacular que el primer individuo. ¿Qué decir de él? Volvemos a apreciar el clásico modelo de tiranosáurido masivo en tres fósiles distintos. Como se observa en el cráneo, los dientes son de tamaños muy variados, ya que estos crecían y se iban renovando continuamente, como en el caso de los tiburones.



Por último, para cerrar la exposición (que no el post...) una vitrina que contiene algunos restos de un ejemplar JUVENIL de Tarbosaurus, algo digno de contemplar. Aunque el cráneo no está tan bien conservado como otros fósiles de la exposición, se observa como es mucho menos pasivo que el de un adulto, con fenestras más grandes y curvas, y un parecido bastante importante con otros terópodos, los alosáuridos (a mí personalmente me recuerda al cráneo de un Yangchuanosaurus).

Aquí termina la exposición, pero si vas a seguir viendo el museo, en una pequeña parte de ciencias de la vida hay dos reproducciones que llamaron mi atención. El primero, y más original, es un ejemplar de Confuciusornis, una de las primeras y más primitivas aves que existió (del cretácico chino, para variar) muy conocida y estudiada en la paleontología. Sólo en su cráneo se encuentra un pico sin dientes (propio de aves avanzadas) mezclado con rasgos de reptiles diápsidos (muy primitivos).

La otra reproducción, y con la que me despido, es un enorme cráneo de Triceratops que hace gala de ser el cráneo más grande que existe, cuando este récord está ostentado realmente por el cráneo del Pentaceratops con 2'5m de longitud.

Estimados lectores...
Mi comienzo en el mundo de los dinosaurios, y más tarde de la paleontología, tuvo lugar unas semanas antes de cumplir los 14 años, cuando inspirado por un libro llamado "Larrouse de los Dinosaurios" me decidí a montar una sencilla página web de dinosaurios, Grandes Sauri. Empecé a investigar y leer sobre paleontología de dinosaurios, conocí otras páginas web sobre el tema, foros de paleontología, y gente que compartía mi amor por los dinosaurios. Unos meses después, animado por la idea de estar más en contacto con mis lectores, decidí crear una versión blog de mi página y en él he desarrollado, a mi juicio, mis mejores artículos y secciones.
Hoy, quería daros las gracias a vosotros, mis lectores, que habéis conseguido que este blog, se mantenga fresco, y espero que agunaté muchos años más. En especial agradecimientos a todos aquellos que comentan, ya que vuestros comentarios me motivan a seguir trabajando. Gracias a vosotros, en 213 días el blog ha recibido 7835 visitas.
Y muchas gracias también a todas las páginas de los Enlaces, que habéis contribuido a dar a conocer mi más importante huella en Internet. Muchas gracias a todos los que me habeís apoyado desde que entré en el mundo de la paleontología. En especial daros gracias a Hexo, Zhadow y Dinoman, por todo vuestro apoyo.
En cuanto a mí, sigo trabajando en la última parte de la exposición de Alcobendas, y para conmemorar mi cumpleaños me autoregalo la primera monografía científica sobre dinosaurios publicada en España, que podéis ver en Dinófilos.
Un cordial saludo
domingo, 9 de mayo de 2010
Lesothosaurus

Al ser tan antiguo, este dinosaurio ha ayudado a los científicos a sacar suposiciones de cómo se formó la cadera de los ornitisquios. La principal teoría es que el pubis hubiese rotado hacia atrás evolutivamente para ofrecer más espacio al intestino, ya que este tenía que ser más largo que el de los carnívoros, por que la vegetación es más difícil de digerir que la carne. Dentro del orden de los ornistiquios, este dinosaurio no está clasificado en ningún suborden, debido a que sus características anatómicas no concuerdan con ningún otro dinosaurio, es más, por la disposición de sus brazos y sus patas, parece más un depredador que un herbívoro.

Existe la posibilidad de que este dinosaurio fuera herbívoro, ya que aunque sus dientes traseros son semejantes a los de una iguana, los delanteros son puntiagudos, así que tal vez cazase pequeños animales de vez en cuando. Aunque conozcamos relativamente bien la anatomía del Lesothosaurus, seremos incapaces de comprenderlo completamente hasta que encontremos más dinosaurios cercanos a su línea evolutiva.
lunes, 3 de mayo de 2010
Un Tesoro en Alcobendas (II)
Lo siguiente que encontramos es una tierna escena en la que una pareja de ornitomímidos cuidan a su cría (cuyo esqueleto está algo incompleto). En este caso, se trata de Gallimimus, posiblemente el más famoso de los conocidos "imitadores de aves". El Gallimimus ha sido a menudo citado como el dinosaurio más veloz que jamás existió, compitiendo en este puesto con otros ornitomímidos y algunos pequeños terópodos. De hecho, la constitución era de lo más apropiada, no hay más que ver sus finos y esbeltos huesos, que hacían que los 6 metros que medía el bicho no llegaran a pesar ni siquiera media tonelada. Además de sus largos huesos metatarsianos, que le darían una gran movilidad al tobillo. Su tamaño, cuando lo ves en vivo, impacta bastante, pues como corredor siempre de lo imaginas un poco más pequeño de lo que realmente es. Cuando miras su peculiar cráneo y sus largos brazos se te vienen a la cabeza las numerosas incógnitas que rodean a los ornitomímidos, algunas parecidas a las del Oviraptor.


Algunos huevos de dinosaurio se exponen en una vitrina al lado de los Gallimimus, y aunque creo recordar que estaban sin identificar (lástima que no le saqué una foto al cartelito), no hace falta conocer a quién pertenecen para admirar su gran valor histórico. Aunque apenas sé nada sobre huevos, me aventuraría a decir que el grupo 3 (foto) pertenecía lo más seguro a un terópodo (un ornitomímido o un celurosáurido), y el grupo uno tiene toda la pinta de huevos de saurópodo, debido a su forma esférica.

Al otro lado de la vitrina podemos contemplar un esqueleto montado de Anserimimus, otro ornitomímido de menor tamaño (3m) cuya perfección de los huesos me hizo pensar que ese no era original. En cualquier caso, es fantástico admirar sus garras rectas y su largo cuello. Si bien todos los ornitomímidos disponían de brazos largos y delgados, en el Anserimimus esta característica es tan exagerada que se considera el imitador de ave con los brazos más largos en relación al cuerpo.

Un poquito más adelante podemos disfrutar de uno de los fósiles más enigmáticos jamás conocidos, los enormes brazos del Deinocheirus. Este desconocido dinosaurio parece ser que fue un ornitomimosaurio, pero muy peculiar, pues sus grandes extremidades anteriores llegaban a los 2'4m de longitud, y por desgracia no concemos más partes de este impresionante dinosaurio, cuyas reconstrucciones nos dejan a todos boquiabiertos. Desde luego, era un animal muy grande, de más de 10m de longitud y posiblemente herbívoro, pues aunque cueste creerlo, sus extremidades más que para matar parecían estar diseñadas para mover vegetación o para defenderse, en un caso bastante similar al del también presente en la exposición y no menos enigmático Therizinosaurus.

En un estante muy cercano, tenemos un par de esqueletos de Psittacosaurus, dándose la espalda, ambos de la misma especie, quizás la más común (P. mongoliensis). Este pequeño animalito es evolutivamente importante, pues se trata del principal y más famoso antecesro de los fantásticos ceratópsidos como Pentaceratops y Styracosaurus. La protuberancia ósea de la mejilla de este pequeño dinosaurio bípedo constituyó la clave para que los científicos desvelasen que se trataba de ese abuelo de las caras con cuernos. Por si alguien duda, el enorme pico córneo del Psittacosaurus se encargaba de arrancar las planatas que luego masticarían lo numerosos dientes de sus mejillas.

Un dinosaurio un poco más evolucionado es Protoceratops, cuya gola está ya desarrollada y le cubría todo el cuello, la posición cuadrúpeda también estaba presente y el enorme pico córneo seguía aumentando su tamaño. Aunque no medía mucho más que el Psittacosaurus (unos 1'5-2m de longitud) su peso sin duda aumentó mucho debido a los rasgos antes mencionados. Este ceratopsio llamado "la oveja del cretácico", fue la principal presa del Velociraptor, y aunque no dispusiera de cuernos, ya podía librar épicas batallas contra el pequeño dromeosáurido. Aquí en la exposición podemos ver un par de individuos completos y dos cráneos aislados, de los cuales uno pertenecía aún a una cría.


Para finalizar esta segunda parte (que no la exposición), observamos ahora lo que nos ha quedado del Therizinosaurus, un asombroso terópodo que se incluye en su propia familia, Therizinosauridae. Tal vez el aspecto general del animal pudo ser semejante al del Deinocheirus, pero los rasgos del Therizinosaurus son en el fondo muy distintos, y le alejan bastante de ser un ornitomimosaurio. Además, las garras del Therizinosaurus son algo más largas y curvas que las del Deinocheirus. Otro dato que diferencia a los dos "brazudos" es que del Therizinosaurus al menos disponemos de dientes que parecen asegurarnos de que su dieta era herbívora, con el Deinocheirus sólo nos basamos en la especulación. Otros 12m y más de 4 toneladas debió de pesar, según estimaciones no muy fiables, el gran Therizinosaurus.

Así, con estas enormes garras del tamaño de una espada, me despido hasta la tercera y última parte de Un Tesoro en Alcobendas.
miércoles, 28 de abril de 2010
Un Tesoro en Alcobendas (I)
Tal y como hice con la colección de dinosaurios del Museo de Historia Natural de Londres, realizaré un exhaustivo repaso a la mayoría de los fósiles de la exposición, la cual comienza, por supuesto, con un ejemplar montado del fantástico tiranosáurido asiático Tarbosaurus.

A primera vista, no se aprecia la diferencia con un Tyrannosaurus, pero créanme, la hay. Las enormes mandíbulas del animal, su masiva cadera y su enorme cola rígida nos hace recordar que se trataba del rey de su tiempo, aunque dos dinosaurios que veremos más adelante podrían hacerle frente. Claro que al mirar sus frágiles bracitos también se nos viene a la cabeza el clásico debate, ¿predador o carroñero?

Junto a este fascinante ejemplar, tenemos un fósil original aún más interesante desde el punto de vista paleontologíco. ¿Recuerdan ese conocido Oviraptor que al yacer sobre un nido de huevos se ganó la fama de ladrón de huevos? En efecto, ese es el segundo fósil de la exposición, algo realmente soberbio. Ni más ni menos que parte del esqueleto de un Oviraptor yace sobre un nido que más tarde sabríamos que era del propio Oviraptor, y de hecho estaba dispuesto al igual que en las aves, en círculo. Si en los años 20 hubiesen conocido algo sobre huevos, no habría sido difícil identofocar que pertenecían a un terópodo, pero como eran los primeros que se encontraban, los paleontólogos aún no tenían ni idea de identificar estos fósiles traza.


A la derecha de esta vitrina tenemos un ejemplar único en el mundo, un polémico individuo cuya clasificación está siendo muy debatida últimamente. Se trata del "Oviraptor" de toda la vida, pero lo más curioso es que en el cartel ponía: Oviraptor, y debajo, Nombre científico: ¡¡Citipati osmolskae!! De no haber hecho hace unas semanas una profunda investigación sobre el Oviraptor, esto me habría dejado perplejo. El tema es que debido a que se han encontrado cráneos de Oviraptor muy diferentes (con cresta, con cuerno o completamente redondos), recientemente se ha clasificado a parte de los Oviraptores en el género Citipati, que incluye al Oviraptor crestado en el que nosotros siempre hemos pensado.

Así, el resto de ejemplares se conservan en Oviraptor philoceratops, el nombre que se le dio originalmente a este fósil, que aunque en su tiempo fue el holotipo de Oviraptor, ahora ni siquiera pertenece a ese género.

Cómo último fósil de la primera sala (y de este primer post), tenemos el broche de oro, ni más ni menos que un impresionante huevo de Oviraptor abierto con los restos de su diminuto embrión dentro. Aunque un simple aficionado como yo no es capaz de distinguir las partes del Oviraptor en ese diminuto embrión, verlo es verdaderamente gratificante. El pequeño huevo está acompañado por una curiosa reproducción del embrión en vida. Es realmente un privilegio poder ver un embrión original de un dinosaurio, probablemente el único del mundo.


Y así, con esta belleza, damos por terminada esta primera entrega sobre la exposición de Alcobendas. ¿Ya tienes ganas de ir?