Como siempre, aquí está la lista entre la que el ganador eligirá un dinosaurio para que yo lo describa:- Melanorosaurus
- Sellosaurus
- Avimimus
- Muttaburrasaurus
- Drinker
Paleoaficionados, dinófilos y paleofrikis, ¡a por la victoria!
Como siempre, aquí está la lista entre la que el ganador eligirá un dinosaurio para que yo lo describa:Paleoaficionados, dinófilos y paleofrikis, ¡a por la victoria!
El Polacanthus en sí no era una criatura muy interesante dentro de lo que se puede encontrar en el Mesozoico. Era cuadrúpedo herbívoro, y con una gran armadura que le llegaba desde el principio del lomo hasta la cola, la cuál al contrario de la de algunos anquilosaurios, no acababa en una gran maza. Esta armadura consistía en un recubrimiento “estándar” de placas óseas sobre las que se colocaban algunas púas en la zona del lomo, que era la más protegida. Esta armadura también incluía los hombros de sus extremidades y le servía para protegerse contra el depredador de turno, que ya fuese grande o pequeño, le sería difícil darle un bocado al Polacanthus.
En su dieta se incluían más que nada los helechos y la vegetación que crecía a ras de suelo, la cual arrancaba con su mandíbula y trituraba con sus pequeños, numerosos, y afilados dientes, que hacían lo que podían ante la vegetación más dura. Tal vez el rasgo más importante del Polacanthus sea su velocidad, ya que a pesar de llevar toda esta armadura encima, se podía mover rápidamente gracias a sus musculosas patas, que eran bastante largas para ser las de un anquilosáurido.
Versión del Oviraptor emplumado y con rasgos aviares (empollando sus huevos). Esta fantástica representación nos ha sido cedida por Dinopixel, cuyas demás obras puedes ver en su galería (http://epic3d.deviantart.com/).
Sólo con esto ya nos podemos preguntar si el Oviraptor y sus congéneres estaban emplumados, idea que en principio es aceptada por la mayoría de los paleontólogos y paleoaficionados. Es cierto que su parentesco con las aves es muy evidente, pero aún no se ha hallado ningún espécimen de Oviraptor con impresiones de plumas (¿me equivoco?). En caso de que tuvieramos a un Oviraptor emplumado, sus plumas podrían ayudarle a retener el calor, aunque no creo que hiciera falta en el desierto de Gobi, pero sí le podrían servir para atraer pareja.
Ahora entremos en algo mucho más polémico e interesante, su dieta. Lo que podía comer el Oviraptor es una pregunta que procura dolores de cabeza a cualquier paleontólogo, ya que entre la historia y la anatomía del dinosaurio se forma un pastel de ideas del que es casi imposible concretar cuál es la cierta.
En primer lugar, hablemos de huevos. Ya sabemos que inicialmente se creía que Oviraptor comía huevos por haber hallado un espécimen de dicho dinosaurio sobre un nido de huevos asignado al ceratopsio Protoceratops, y que reciente estudios han desmentido este tema revelando que los huevos son de Oviraptor, y apoyando la hipótesis de que sólo era una madre empollando sus huevos (¡otro parecido con las aves!). Una vez conocido este dato, aunque se rechace que el Oviraptor comía huevos, ¿por qué no? La mandíbula del Oviraptor era desdentada, con un potente pico córneo y se cree que buenos músculos mandibulares, sin duda un mecanismo perfecto para romper huevos, más teniendo en cuenta que éstos son una gran fuente de alimento y nutrientes.
La función de las placas podría ser la misma que la que tenían las placas del Stegosaurus, colocarlas de una forma determinada con respecto al Sol o al viento para aumentar o disminuir la temperatura corporal. Las espinas agudas de las que disponía en las extremidades le podían haber protegido de ataques laterales, mientras que la cola podía intimidar a cualquier depredador gracias a sus pinchos. De todas formas, si un depredador quería echarle el diente al Kentrosaurus no tenía más que alejarse de la cola y atacar a las patas o al cuello, que estaban desprotegidos.
Al igual que los demás estegosaurios, el Kentrosaurus disponía de una armadura corporal formada por placas incrustadas en la piel que salían desde el cuello y se iban agrandando hasta la cadera, donde pasaban a ser espinas puntiagudas, que se hacían más largas y agudas conforme se avanzaba a la cola.
El grupo de los ictiosaurios fue creado por Charles Koening en 1818, y con el tiempo se han incluido especies como Shonisaurus y Ophthalmosaurus. Gracias a la abundancia de fósiles de este animalillo disponemos de impresiones de la piel, a través de las cuales hemos deducido que se parecería mucho a un delfín actual, solo que su cuerpo sería más redondo. Aunque el Ichthyosaurus no esté emparentado con ningún pez, guarda muchos parecidos con ellos, como sus aletas, dispuestas de una forma muy típica, su alargada mandíbula como la de un delfín (aunque un delfín es un mamífero, no un pez), y su cola terminada en una aleta con dos lóbulos0 con la que se propulsa.
Seguramente se alimentaría de pequeños peces y calamares, o incluso de conchas de ammonideo. Evidentemente, el Ichthyosaurus no era ni mucho menos el depredador más temible de su zona, entre otras cosas porque convivió con el gran Liopleurodon, aunque seguramente su mayor problema serían los tiburones, que ya existían en aquellos tiempos jurásicos. Otro rasgo importante de este ictiosaurio es que no tenía branquias (como todos los ictiosaurios) por lo que tenía que salir a respirar a la superficie cada cierto tiempo, lo que lo convertía en un blanco fácil para los tiburones. Su modo de vida está muy bien representado en el episodio Mar Cruel de la serie Caminando entre dinosaurios, que puedes ver en el blog.
Aún así, Amphicoelias era delgadito dentro de lo que cabe, porque también tenemos a otro saurópodo indio llamado Bruhathkayosaurus cuyo peso se estima en 200 toneladas, y medía menos que Amphicoelias, aunque también es conocido por restos muy pobres. Está claro que Amphicoelias no tenía depredadores naturales, ya que en cuanto llegara a los 25m de longitud sería uno de los animales más grandes de su entorno. ¿Pudo haber sido también el más alto? Es posible, pero improbable, ya que su cola era de 32m, más larga que su cuello y su cuerpo juntos por lo que no tendría mucho cuello que elevar. Podría seguir extendiéndome con la historia de la “Guerra de los Huesos” y todo eso, pero lo importante ya está dicho. Ojalá algún día se encuentre un ejemplar completo de Amphicoelias que despeje todas nuestras dudas y le de al A. fragillimus el papel que se merece, el de mayor animal terrestre de todos los tiempos.A continuación, algunas de las teorías menos seguidas en el mundo:
Aunque no todo son suposiciones, los científicos han logrado hallar algunos datos que sí son verdaderamente creíbles, no como la teoría de la guerra de las galaxias. Para empezar, se sabe que ningún animal que pesara más de 50kg sobrevivió a la extinción (en cuyo caso yo me salvaría), y esto quiere decir que seguramente hubo una destrucción mundial de algún eslabón de la cadena alimentaria por parte de algún hecho desconocido, y es evidente que los primeros animales en notarlo fueron los dinosaurios, que eran los más grandes y pesados. También sabemos que todos los animales no se extinguieron a la vez, y como prueba de esto están los plesiosaurios, que desaparecieron a finales del jurásico, unos 80 millones de años antes que los dinosaurios. Hay millones de años de diferencia entre la extinción de distintos dinosaurios que vivieron este acontecimiento. Con esto último pretendo decir que ¿por qué unos se extinguieron rápidamente y otros aguantaron en la Tierra la friolera de varios millones de años? Esto se puede responder con la teoría de que hubo más de un motivo, que distintas causas se fueron sumando hasta acabar creando un planeta inhabitable para animales de más de 50kg de peso.
Si bien ya hemos visto las teorías más absurdas de la extinción, va siendo hora de que pasemos a las probadas científicamente y de más éxito entre la gente de a pie. Sabemos que a finales del cretácico hubo una serie de importantes cambios en la Tierra bastante fuertes, como la separación de los continentes y la aparición de distinta vegetación, que en conjunto dio lugar a un fuerte descenso del clima, y ya estamos hablando de palabras mayores. Aún así, es difícil imaginar que estos cambios acabaron con especies que llevaban en la Tierra 150 millones de años, por lo que debieron suceder junto con los cambios terrestres, dos catástrofes que aniquilaron definitivamente a los dinosaurios. 
Estas dos catástrofes sucedieron conjuntamente en dos puntos opuestos del planeta causando prácticamente el mismo efecto, lo que quiere decir que no haría falta que una de ellas destruyera el planeta entero, con que llegara a la mitad, ya era suficiente.
El Scelidosaurus, al igual que sus sucesores, tenía su cuerpo cubierto de placas óseas para defenderse de los ataques de grandes depredadores de su tiempo como el Magnosaurus. Esta característica evidentemente hacia que este animal fuese de movimientos lentos y hasta torpes, y encima, además de las placas, su piel estaba formada por escamas óseas hexagonales, lo que lo dejaba más blindado y con más peso.
A pesar de que el Scelidosaurus se moviera lentamente, al menos podría andar a dos patas, capacidad de la que no gozarían ninguno de sus sucesores (bueno, tal vez algún estegosaurio sí), y que le era posible gracias a lo fuertes que tenía las extremidades traseras, mucho más largas que las delanteras. Al ponerse a dos patas, este tireóforo primitivo se podría haber alimentado de vegetación a un par de metros de altura. Tenía un cráneo pequeño, que estaba dotado de dientes en forma de hoja, característica muy común entre los herbívoros.