Además, al final de la cola, disponía de una potente maza ósea de considerable grosor, con la que podría haber tumbado o incluso roto una pata a casi cualquier depredador bípedo, ya que los carnívoros de la época del Ankylosaurus, como el Tyrannosaurus, tenían tanto peso que una sola caída podía incluso fracturarles un hueso.
Se cree que la maza de su cola estaba formada a partir de nódulos óseos que se incrustaban en la piel, y un poco antes de llegar a la maza de la cola los huesos estaban muy encajados entre sí. Además, el Ankylosaurus disponía de unos músculos especiales situados en la cola que le permitían mover toda su cola y su maza con bastante fuerza.
Al igual que una tortuga, el Ankylosaurus tenía una gran debilidad, que le dieran la vuelta. Aunque tenía todo el lomo, la cabeza y la cola recubiertos de placas óseas, por debajo no disponía de defensa alguna, así que si un depredador lograba darle la vuelta (lo cual era bastante difícil, ya que el Ankylosaurus pesaba varias toneladas) y ponerlo boca arriba, tenía la batalla ganada.
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