Los restos de Sarcosuchus se basan en un cráneo muy completo y distintos huesos del esqueleto, y a través de ellos podemos obtener impresionantes datos como que su cráneo medía dos metros de longitud o que estaba dotado de más de 100 grandes y afilados dientes. A pesar de su monumental tamaño, hubo otro cocodrilo del Mesozoico que superó a este bicho, hablo del Deinosuchus, que llegaba a los 15m de longitud. Para su defensa, el Sarcosuchus disponía de unas placas óseas que le cubrían casi toda la parte superior del cuerpo.
Ahora trasladémonos al Cretácico medio en Níger, donde encontramos un hábitat que es todo lo contrario al desierto del Sahara, un terreno boscoso y con ríos y charcas. En una de las charcas vemos a un grupo de Ouranosaurus acercándose a beber, sin ser conscientes del peligro que les acecha. Un Sarcosuchus, escondido en el agua, nota el chapoteo y se acerca a su presa nadando a gran velocidad gracias a su poderosa cola. Antes de que el Ouranosaurus pueda reaccionar, su cuello ha sido atacado por las mandíbulas del Sarcosuchus, que al encajar perfectamente entre sí, hacen el mayor daño posible. A pesar de que el Ouranosaurus mide 7m de longitud, es arrastrado al agua por el Sarcosuchus, que lo devora sin piedad alguna (no confundir al Suchomimus de la imagen superior con un Ouranosaurus).
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